No es de extrañar que nos encante encender velas ya que nos hace sentirnos seguros y acogedores. Además llena la habitación de olores agradables y ofrece una luz relajante.
El olor está estrechamente relacionado con el centro emocional de nuestro cerebro y el centro de la memoria. Cuando encendemos una vela perfumada, las moléculas aromáticas se calientan y se desprenden de la cera en una corriente ascendente de la llama, adhiriéndose a los sensores de nuestra nariz.
Las velas aromáticas no solo pueden relajar la mente y el cuerpo, también ayudan a limpiar el aire y crear una atmósfera confortable en el hogar. Además, son una buena alternativa para favorecer el cuidado del medio ambiente frente a los ambientadores en aerosol.
Sin embargo, cualquier aditivo aumenta la posibilidad de reacciones alérgicas en personas sensibles con efectos que pueden ir desde urticaria y eczema hasta migrañas y síntomas similares al asma.
Las personas muy alérgicas pueden sufrir reacciones leves, probablemente debido al refinamiento de la cera. En las ceras que no son tan puras, los compuestos orgánicos semivolátiles y volátiles como el tolueno, contenidos en la cera, pueden liberarse con la combustión.
Siempre hay que asegurarse de elegir velas de origen vegetal, como la soja, sus ventajas son:
-Son 100% naturales y no emiten tóxicos al aire.
-La cera de soja es un recurso renovable y no fomentan la industria petroquímica
– Duran más tiempo, hasta 2-3 veces más que las velas de parafina convencionales
-La llama de la vela natural no ensucia las paredes o los muebles.